Llegando a la parte cultural de Puertollano, recordamos al teatro argentino que era y es muy conocido entre los residentes por celebrarse en los pabellones que había en el paseo San Gregorio. Éste venía cada mes de mayo para inagurar la feria.
Haciendo un salto en el tiempo en sus vidas, regresamos a la feria en aquella época.
Hablaban sobre lo felices que eran con una peseta y cómo se administraban el dinero para disfrutar al máximo en aquel recinto ferial. Montaban en las pocas atracciones que había para escoger: El trenillo de la muerte, las cadenas, los caballitos...Y después elegían ( A los que aún les quedaba dinero) comprar un cucurucho de almendras garrapiñadas, de higos secos, de garbanzos tostados...O una perra chica de churros, de garbanzos ( Que eran los restos pequeños que quedaban de comida).
Adrián sorprendido me miro y dijo: ! Quién nos lo iba a decir, aprovechando los trozos, las sobras...Cuando ahora todo eso se tira!!!
Dejando las fiestas a un lado e hincando un poco los codos cambiamos de tema y comenzamos a hablar de la escuela y lo mucho que ésta ha cambiado también.
Gabriel recuerda lo dura que era la vida de la escuela que iba a trabajar por la mañana y a estudiar por la noche ( En horario de 20:30 a 23:00). La escuela valía una peseta a la semana.
Y el suedo semanal que tenía la familia para mantenerse era de siete pesetas, cuando llegaba la mitad de semana apuraban todo lo que podían para poder comer, ir a la escuela, para lavarse...
En definitiva, eran otros tiempos.
Podríamos seguir así horas y horas, precisamente es lo que menos les agota a mis queridos residentes: Hablar de su preciada vida, de la sabiduría de la que se empapan unos con otros y sobretodo de la que algunos nos queda por aprender.
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